Es un relato sobre algo que ocurrió en la familia de mi abuelo José (“el tío Caracol”), ilustrativo de la facilidad e impunidad con que se vulneraban algunos derechos en aquella época. Actualmente este tipo de atropellos, en Ariño al menos, es inconcebible; por tanto en nuestro pueblo “el progreso” está actuando a favor de los derechos individuales, de lo cual creo que debemos sentirnos satisfechos.
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