domingo, 9 de noviembre de 2008

Un circo en Ariño


Algo desentonaba en el paisaje.

No era el olor que la lluvia
larga impregna en la tierra seca.
No era el disfraz amarillo
del monte que resucita.

Nunca había desayunado
con un dromedario frente a mi terraza.
Pero en los pueblos, un circo,
suele acompañarse de sorpresas.

2 comentarios:

fuencelada dijo...

Una imagen vale más que mil palabras, pero en este caso la fotografía, aunque sorprendente, es sólo un complemeto para las tuyas.

TrasTera dijo...

Gracias MªLuz por estar siempre ahí. Menudo susto que me di con los animalitos estos....

Un abrazo!