Los primeros ordenadores portátiles llegaron al centro de la pequeña población turolense de Ariño, donde se han experimentado otras iniciativas pioneras que han revolucionado el proceso de enseñanza y aprendizaje. Ahora sus sueños son lograr una plantilla docente más estable y construir un nuevo edificio sin aulas: la escuela del futuro. Junto con el centro de Alloza forma un CRA (Colegio Rural Agrupado), aunque en la práctica se trata de dos escuelas distintas.
Este reportaje se centra sólo en la de Ariño.
El País, 23/01/2008
Unos pioneros muy afortunados
Melisa, Diego, Sara, María, Amanda, Cristina, Marina, Laura y Mario fueron los primeros alumnos de España que empezaron a usar los Tablet PC en el año 2003, cuando cursaban cuarto de Primaria en la escuela de Ariño, gracias a la colaboración de Microsoft y del Gobierno de Aragón. Hoy estudian 1º de Bachillerato, salvo una de ellas que sigue un ciclo administrativo. Se sienten una generación privilegiada por todas las novedades tecnológicas que pudieron experimentar: ‛‛ En este colegio nos mimaban mucho y se estaba muy pendiente de cómo iban todas las cosas nuevas que se iban probando. Los profesores nos decían que para aprender tocáramos muchos botones, que no se rompían, y que también ellos aprendían de nosotros".
Este alumnado viajo con frecuencia para mostrar su experiencia en ferias y congresos: a Zaragoza, Madrid y al Fórum de las Culturas de Barcelona. Y el centro se convirtió en una especie de Meca de las nuevas tecnologías, de las TIC educativas, por donde peregrinaron profesores universitarios de este y otros países, estudiantes de prácticas, empresarios, políticos y medios de comunicación. Recuerdan de modo especial el día que les visitaron representantes de los Ministerios de Educación de veinte países latinoamericanos: posiblemente la mejor Clase de Ciencias Sociales de su vida, ya que cada uno les contó lo mejor de su país.
Con el paso del alumnado a la ESO, el instituto supuso una involución significativa: ‛‛Volvimos al boli, al peso de las mochilas, a los libros de texto y a la pizarra de tiza. Como mucho íbamos una vez por semana a la sala de ordenadores. Era todo nuevo". Paradójicamente, lo viejo —el subrayar y copiar libros y el dictado de los apuntes— se convertía en una novedad para esta avanzadilla tecnológica: ‛‛En el instituto era más difícil y aburrido aprender, y los profesores eran más distantes y estaban menos encima de ti que en el colegio. Había pocos dispuestos a hacer cosas nuevas".
Estos trece chicos y chicas, que reconocen haber vivido un momento especialmente dulce e inolvidable en el CRA de Ariño, salvo en un caso, promocionaron con éxito en la ESO y en su mayoría piensan seguir carreras universitarias, dos de ellas la de Magisterio.
Abandonamos estos pueblos mineros donde, afortunadamente, han subido las temperaturas y la nieve ha desaparecido. Una suerte: porque la semana pasada este reportaje no se hubiera podido realizar, con el pueblo aislado y la revolución tecnológica desconectada durante unos días. Nos vamos con un recuerdo que nos acompaña el resto del viaje: la ilusión y el empeño de Ariño para que algún día no muy lejano se haga realidad el sueño de una escuela sin aulas con un equipo docente estable.
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