viernes, 23 de octubre de 2009

Pregón de fiestas

Se van pasando los días y yo quisiera agradecer, en mi nombre y en el de mi familia, el que el Ayuntamiento me nombrara pregonero de las fiestas, así como la gran acogida por parte de todo el pueblo.


Gracias de verdad, porque fue uno de los días más emotivos de nuestra vida.




Carmelo Berna Alós







PREGÓN DE FIESTAS 2009

Buenas tardes a todos, en primer lugar, quería dar las gracias al Ayuntamiento por ofrecerme la oportunidad de intervenir en el pregón de las fiestas, con la importancia que Ariño tiene en mi vida.


Desde el primer día en que pisé este pueblo, hasta este momento, han transcurrido 33 años. 33 años de mi vida, durante los cuales me habéis acogido y convertido en un ariñero más entre vosotros. Por eso, todo lo que hoy pueda decir es poco para agradeceros tanto cariño y tantos gestos que habéis tenido conmigo y también con mi familia.



Llegué a este pueblo gracias a Mariano el practicante. Por aquel entonces, habían pasado por Ariño bastantes médicos sin que ninguno se decidiera a quedarse por mucho tiempo, así que Mariano vino a buscarme expresamente a Zaragoza y se convirtió enseguida en mi mano derecha. Recuerdo perfectamente el primer día que pisé Ariño acompañado por un amigo que me trajo hasta aquí en su coche, y hasta recuerdo a las primeras personas que vi aquella mañana fría de enero, que fueron las hermanas Esperanza y Nieves Villagrasa. Yo acababa de terminar mis estudios, y Ariño era mi primer destino como médico. Así que, como podréis imaginar, vine lleno de los miedos del principiante, pero a la vez, con toda la ilusión que da la juventud.



El primer lugar donde viví fue en casa de la Señora Blasa, donde conviví también con D. Vicente y su mujer, la señorita Pili, y con Pascual el ajero, a los que se nos unió después D. Gregorio. La Señora Blasa, que se encargaba de localizarme cuando había alguna urgencia, aguantaba pacientemente nuestras bromas y ocurrencias, ya que en el fondo nos quería como si fuésemos sus hijos y así, en aquel tiempo, todos ellos se convirtieron en mi familia. Aunque en un principio pensé que estaría de paso para adquirir un poco de experiencia, ya sabéis amigos que no fueron unos meses, sino que Ariño se ha convertido en mi propio pueblo.



El Ariño de aquel entonces era muy diferente al que hoy disfrutamos, pero también es cierto que contaba con más servicios que en otros pueblos de los alrededores, como por ejemplo, las piscinas municipales y el asfaltado de muchas calles, por lo cual había merecido el premio al embellecimiento. En cuanto a mi trabajo como médico, debo admitir que las circunstancias no eran, ni mucho menos, las mismas de ahora. Se trataba de una dedicación 24 horas al día, ya que en aquel tiempo no se hacían guardias. Sin embargo, también es cierto, que de vez en cuando hacía alguna escapada a Zaragoza para poder ver a mi novia.



Aquí han transcurrido los mejores años de mi vida, tanto en lo profesional como en lo personal, que vinieron a completarse con la llegada de Merche, mi mujer, a la que todos conocéis, que ha estado siempre acompañándome en esta andadura y prestándome su apoyo incondicional. Juntos hemos atravesado momentos duros, ya que mi esposa ha ejercido su profesión como ATS en la mina de Ariño, y esa actividad minera, que es uno de los distintivos de este pueblo, nos ha provocado en ocasiones algún susto, pero también muchos momentos agradables que son los que compensan esta profesión. De igual manera, aquí han crecido mis dos hijos, que guardan de Ariño los mejores recuerdos de su infancia y sus verdaderas amistades, y en los que está muy presente también la confianza que nos ofrecieron algunas familias del pueblo, que cuidaron de ellos cuando eran pequeños las ocasiones en las que su madre y yo, por diversos motivos, no podíamos hacerlo. Así que puedo decir con mucho orgullo que somos una familia más de ariñeros.


Desde 1976 hasta ahora, ya podéis imaginar cuantas anécdotas guardo en la memoria y cuantas historias de gente entrañable de Ariño podría contar, por lo que me resulta prácticamente imposible resumir tantos años de trabajo y convivencia en estas líneas.
Recuerdo con especial simpatía a todos esos niños que llegaron temerosos por primera vez a la consulta y luego se aprendieron el cajón donde guardaba los caramelos. A muchos de los que estáis hoy aquí os he ido viendo crecer con los años, incluso a alguno de vosotros os he ayudado a nacer. A otros os he gastado más de una broma pesada en la consulta, así que aprovecho para pediros disculpas por esos malos ratos que os he hecho pasar tumbados en la camilla. Hemos compartido aficiones, domingos de futbol y de caza, excursiones para ir a coger setas y muchos buenos almuerzos. Igualmente, mantengo con cariño el recuerdo de aquellos ariñeros que dejaron su impronta en mi vida, y que hoy ya no están entre nosotros. Tampoco quiero olvidarme de todos aquellos que un día llegasteis a Ariño a trabajar, procedentes de otros lugares y os habéis quedado aquí, igual que hicimos nosotros.



En definitiva, en este día especial en el que dan inicio las fiestas en honor a San Salvador y San Roque, quería aprovechar no sólo para desearos que paséis unos días estupendos llenos de alegría y que disfrutéis de todas las actividades programadas, sino también para daros las gracias por todos estos años. Quiero que sepáis que aunque ya no sea el médico de Ariño, siempre estaré ahí para lo que necesitéis, igual que vosotros me habéis brindado vuestro cariño, comprensión y sincera amistad. Por muchas vueltas que dé la vida, siempre llevaré en el corazón a este Ariño me ha dado amigos de verdad, de los que duran para siempre.



¡¡¡VIVA SAN SALVADOR Y SAN ROQUE !!!
¡¡¡VIVA ARIÑO Y SU GENTE!!!
¡¡¡ VIVAN LAS FIESTAS!!!



2 comentarios:

Salvador Macipe dijo...

Amigo Carmelo, te felicito por la idea de publicar tu pregón en Entabán. Con ello, los que por diversas razones no pudimos oírte, tenemos acceso a tu mensaje, que me ha parecido emocionante, lleno de vivencias muy importantes para ti, para tu familia y para todo el pueblo, reflejando sobre todo un gran cariño por los que durante muchos años fueron tus pacientes reales o potenciales.
Tu afecto por Ariño y por sus habitantes no me cabe duda de que es ampliamente correspondido, y tampoco tengo dudas de que por tu vocación, por tus conocimientos y por tu disponibilidad, serás recordado entre los mejores médicos que ha tenido Ariño.
Sin duda tienes en Ariño muchos y grandes amigos entre los que, sin habernos tratado mucho por no vivir nosotros en el pueblo, me gustaría que nos incluyeras.
Gracias, Carmelo, y acéptanos, extensivo a toda tu familia, un fuerte abrazo.

Salvador

TrasTera dijo...

Salvador, te envio de parte de mis padres un saludo y su agradecimiento por tu comentario. La verdad es que debimos haberlo publicado antes, pero por diversos motivos no pudo ser. No obstante, como algunas personas nos solicitaron que lo escribiéramos, aquí está, porque esas líneas tambien están dedicadas para aquellos que no pudisteis asistir.

Un abrazo fuerte.