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PADRE
Te recuerdo padre
callado y calmo, casi siempre silencioso,
mirada fija y sencilla,
firme y seguro en tu caminar diario,
setenta y seis años de bueno y dulce, de tranquilo y claro
y tierno,
esposo, padre y abuelo…,
así te he conocido,
así te he vivido,
así yo te percibo;
estás vivo en mi recuerdo;
¿dónde aprendiste a escrutar lo desconocido?
¿de dónde vino esa fuerza de trabajo?
Analizas a través de tu azul de mar
sobre tus manos vigorosas
crecidas en la fuerza del secano;
puestos los dos en lo alto,
tus ojos,
como divisa, la que todos admiramos:
observas profundo
y quieres encontrar la respuesta
a cualquier concepto,
idea, instrumento,
objeto rebuscado, máquina,
aunque fuera inmensa, o de plástico o un juguete…,
de la observación o de la intuición
mil veces ciento aplicada.
Acaricias nuestra presencia
de forma permanente,
con palabra pausada, mansa y sosegada,
la voz nunca la elevas
y sin embargo dulce se te oye;
encuentras la respuesta a casi todo
y en lo otro, lo que desconoces,
silencioso buscas el camino
poniéndote en acción
en calmoso análisis.
Tu fama dejaste de bueno,
quien diga lo contrario miente,
dolor produce que manifestarlo algunos
sólo supieron cuando eras yerto.
Te llevo en el corazón
y aún al pensarte ahora,
una lágrima de dolor de mis ojos se desliza
al encontrarte en mí si yo te evoco.
Padre, a tu lado me has tenido en lo constante
junto a ti yo quedo
y estas palabras restan de homenaje
que dejo en ti y en mi memoria,
que no quiero sea póstumo,
nada más falso,
pues para mí no has muerto
y por tanto nada es último,
estás presente en cada acto,
en cada acción de lo que hago y digo,
eres siempre un referente
y así cada minuto, por ti y en ti
voy a seguir haciendo.
Te recuerdo padre
callado y calmo, casi siempre silencioso,
mirada fija y sencilla,
firme y seguro en tu caminar diario,
setenta y seis años de bueno y dulce, de tranquilo y claro
y tierno,
esposo, padre y abuelo…,
así te he conocido,
así te he vivido,
así yo te percibo;
estás vivo en mi recuerdo;
¿dónde aprendiste a escrutar lo desconocido?
¿de dónde vino esa fuerza de trabajo?
Analizas a través de tu azul de mar
sobre tus manos vigorosas
crecidas en la fuerza del secano;
puestos los dos en lo alto,
tus ojos,
como divisa, la que todos admiramos:
observas profundo
y quieres encontrar la respuesta
a cualquier concepto,
idea, instrumento,
objeto rebuscado, máquina,
aunque fuera inmensa, o de plástico o un juguete…,
de la observación o de la intuición
mil veces ciento aplicada.
Acaricias nuestra presencia
de forma permanente,
con palabra pausada, mansa y sosegada,
la voz nunca la elevas
y sin embargo dulce se te oye;
encuentras la respuesta a casi todo
y en lo otro, lo que desconoces,
silencioso buscas el camino
poniéndote en acción
en calmoso análisis.
Tu fama dejaste de bueno,
quien diga lo contrario miente,
dolor produce que manifestarlo algunos
sólo supieron cuando eras yerto.
Te llevo en el corazón
y aún al pensarte ahora,
una lágrima de dolor de mis ojos se desliza
al encontrarte en mí si yo te evoco.
Padre, a tu lado me has tenido en lo constante
junto a ti yo quedo
y estas palabras restan de homenaje
que dejo en ti y en mi memoria,
que no quiero sea póstumo,
nada más falso,
pues para mí no has muerto
y por tanto nada es último,
estás presente en cada acto,
en cada acción de lo que hago y digo,
eres siempre un referente
y así cada minuto, por ti y en ti
voy a seguir haciendo.
2 comentarios:
Querido Salva, la poesía sobre tu padre me parece impresionante. Te puedo decir que pocas veces he leído algo tan emocionante, hermoso, sentido y verdadero. Debo añadir, ahora que escribo sobre mis maestros, que él fue también uno de ellos, por cierto muy destacado.
La última vez que nos vimos fue en la calle, en Zaragoza. El iba con tu madre y yo con mi esposa. Se nos iluminó la cara y nos dimos un apretado y largo abrazo. Nuestros corazones, los dos averiados, se encogieron y expandieron a la vez, de emoción y de alegría.
Y esta imagen, abrazados,
Es para mí, entre otras muchas,
La que guardo, de tu padre,
Con ternura, en mi recuerdo.
Esta es la primera poesía (si así se la puede llamar), que he escrito en toda mi vida.
Yo, que quiero creer en “la otra vida”, pienso que, de ser esto cierto, tu padre debe de tener en ella un lugar muy destacado.
Un fuerte abrazo.
Salvador Macipe
Querido Salvador, gracias muy sinceras por tus consideraciones sobre el poema pero sobre todo por el verdadero afecto que sé que le tenías y tienes a mi padre.
Él se siente muy orgulloso (lo digo en presente pues me resisto a creer que se fue del todo)de haber tenido un tan aventajado discípulo.
Entrañable tu recuerdo último, así como tu poesía, pues no puede calificársele de otra manera, ya que es puro sentimiento, nada más puede pedírsele.
Agradezco enormemente esos versos pero principalmente el afecto que manifiestas en ellos y en todo tu escrito.
Un abrazo muy sincero.
Salva
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