A mí siempre me han gustado los anuncios de la tele. Cuando tenía cuatro años y una televisión con toda una gama de grises, me quedaba alucinada con el anuncio de la Gallina Blanca o con el del tambor de colón.
Esos mini cortos que con el tiempo casi han adquirido más importancia que las películas. Bueno, pues ahora me siguen gustando; si no fuese que te hechan dieciseis o más, pareciendo un rosario televisivo que te aluniza atontándote y cuando acaban ya no sabes qué película o serie estabas viendo. Sí; ya sé que sin publicidad no hay dinero y por lo tanto tampoco televisión; ¿Pero hasta qué punto merece la pena?
Yo no lo sé, pero si sé que media hora de publicidad es un buen somnífero.
Dedicado para:
LOS PUBLICISTAS; PARA LOS QUE TIENEN BUENAS IDEAS; PARA EL ABURRIMIENTO ENTRETENIDO; PARA LA ABUELITA QUE SE HA QUEDADO ROQUE; PARA LAS AMAS DE CASA QUE SE HAN IDO A FREGAR; BUENO PARA TODAS LAS AUDIENCIAS DE TODO TIPO Y LIBRE PENSAMIENTO: GRACIAS
Ester Serrano Burillo
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