viernes, 4 de abril de 2008

San Juan. Inspiración atística

Allá por la noche de los tiempos, un profeta fue decapitado en una noche oscura por la lujuriosa Salomé. Su cabeza y su cuerpo, separados como el día y la noche.
Juan con su muerte, hizo fecundar a la tierra reseca con leyendas de todo tipo.
Esa oscura noche se convirtió en una noche estrellada con luna blanca y pura venciendo a las tinieblas de la luna negra.
El púrpura del fuego se convirtió en energía y agua para refrescarnos nuestra memoria colectiva de que el agua y el fuego nunca se deben separar, para equilibrar la balanza de la justicia.

Ester Serrano Burillo

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