“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Primera palabra. Lucas 23: 34).
La Semana Santa de Ariño no es de este mundo. Desde los alumbramientos de la cofradía y la asociación se está entrando en una dinámica casi paranormal que ensombrece la tradición que no hace muchos años existía en la Rompida y en el procesionar: participación abierta, solidaria, hermanada y hospitalaria para todas aquellas personas que deseaban sumarse a la fiesta que suponía el hecho de tocar el tambor o el bombo. Ahora de eso nada de nada. Rivalidad, cuando no enfrentamientos, y la percepción que tenemos algunos que si tocas o te atreves a tocar, es con el beneplácito de poderes que se encuentran por encima del bien y del mal, y a los cuales “ Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”. (Séptima palabra. Lucas 23: 46).
Ahora existe otra autoridad; una autoridad competente, no sé si es “militar por supuesto”, o quizá pudiera ser eclesial; es la que decide el que toca y el que no toca. Son los reyes del…, un, dos, tres, cuatro, mamboooo. Lo que antes era una costumbre, tocaba quien disponía de bombo o de tambor, ahora pues no, procesiona y toca quien decide la autoridad que sí que puede y debe hacerlo.
Alguien al lado mío me decía que se había privatizado lo que antes era de raíces populares. Es que el neoliberalismo ataca por todos los frentes. En fin, hasta en las cosas más simples nos llega…
Este pasado Viernes Santo, en la procesión de la 20:30 h., se les impidió salir tocando a cuatro personas. Parece ser pertenecientes al mismo grupo (una niña de corta edad entre ellas) que no les dejaron salir. Así me lo confirmaron. Iban vestidos con los mismos hábitos, emblemas y perifollos... El peregrino argumento esgrimido por el “sumo organizador y hacedor” era el que conformaban un grupo de tres bombos y un tambor y difícilmente podían encajar en la agrupación que ya organizada por “la autoridad competente”, por supuesto, se encontraba dispuesta para la procesión. Sin mayor argumento, según me dijeron, no hubo nada que hacer. Cogieron sus bombos y su tambor y tuvieron que irse a verlos pasar. Eso sí, pasaron por delante de ellos muy serios, ordenados y perfectamente encajados los bombos con los tambores y los tambores con los bombos.
Eso es crear afición. ¡Sí señor! Así se agradece a los que vinieron de fuera el que puedan, irse a sus casas al finalizar la Semana Santa, con un agradable sabor de boca, por la dulce acogida que obtuvieron el día de la Procesión de su pueblo. La niña, ya en su corta edad, aprendió de golpe y porrazo, como se las gastan en el pueblo de sus padres a la hora de organizar las procesiones. Sólo tocan los bombos y tambores justos y adecuados. Ni uno más.
En fin “Todo está consumado” (Séptima palabra. Juan 19: 30). Espero y deseo recapaciten y en el futuro se recobre aquella imagen anterior a la de cofradías y asociaciones donde se salía a tocar por devoción, por afición, por tradición o por lo que fuere, pero siempre con respeto, con espíritu hospitalario hacia el que venía a compartir con todo el mundo estos días de vacaciones.
Sólo me cabe terminar con la séptima palabra de la Pasión de Cristo dirigida para quienes equivocadamente impidieron tocaran los bombos y el tambor las cuatro personas mencionadas. Las primeras palabras que pronunció Cristo durante su Pasión y muerte y que encabezaban este escrito: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”
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